lunes, 29 de agosto de 2011

La revolución Ucraniana, 1918-1921

El movimiento makhnoísta: por el socialismo libertario.

(Ucrania, 1918-1921)

Introducción:

En el sudoeste de Rusia, se encuentra Ucrania o también llamada “Pequeña Rusia”, con una población aproximada de 30 millones de habitantes (en 1918) y una superficie de unos 450.000 Km2. Caracterizada por sus riquezas, tanto agrícolas como minerales, fue objeto de gran cantidad de intentos de ocupación durante toda su historia como estado independiente, es por ello que su población poseía tanto características de amalgama de distintas mezclas etnográficas, así como también una firme voluntad de salvaguardar su libertad e independencia. Tuvo una eficaz defensa contra intentos de intrusión de turcos, polacos, alemanes, y contra la gran Rusia de los zares, hasta que finalmente, terminó por ser incorporada al gran imperio ruso.

A pesar de su inclusión a Rusia, ciertos rasgos geográficos, topográficos, y ciertas particularidades del carácter, el temperamento y la mentalidad del pueblo, permitieron mantener una marcada diferencia entre la situación de la gran Rusia y la de Ucrania bajo el cetro de los zares. Ciertas partes de Ucrania jamás se dejaron subyugar totalmente, su población siempre mantuvo un espíritu de independencia y de resistencia, siempre dispuesta a defenderse y habituada, desde siglos, a sentirse libre y soberana.

Durante la época en que Ucrania se encontraba bajo el imperio ruso, hubo en ciertas regiones, casi inaccesibles para las fuerzas armadas zaristas, como por ejemplo: las Islas del bajo Dnieper, grupos de hombres apasionados por la libertad que se organizaron desde el siglo XIV luchando contra las tentativas de sometimientos. Aunque finalmente esta población guerrera debió someterse al estado ruso, las tradiciones de la Volñitza (vida libre) tan arraigada en Ucrania, jamás pudieron ser ahogadas. La proximidad de mares y puertos y la vecindad del Cáucaso y Crimea, aumentaban aún más las posibilidades para individuos enérgicos y emprendedores, de una vida libre, insumisa, en abierta ruptura con el poder de turno.

Ante estas características particulares se puede comprender muy bien por qué la terrible dictadura y estatización bolcheviques hallaron en Ucrania una oposición mucho más eficaz y prolongada que en la gran Rusia.

En Ucrania los soviets eran mucho más reuniones de obreros y campesinos al no estar dominados por un partido político ya que ni bolcheviques ni mencheviques tenían influencia efectiva; además, estos soviets no disponían de medios para subordinar a las masas, razón por la cual los obreros en las fábricas y los campesinos en las aldeas, componían y se sentían una fuerza real.

El pueblo de Ucrania, en sus luchas revolucionarias, no tuvo el hábito de ceder a nadie su iniciativa, ni de tener al lado un tutor constante e inflexible como lo fue el Partido Comunista en la gran Rusia, es por ello que mientras en la gran Rusia la revolución fue estatizada sin mayor trabajo por el Partido Comunista, esta estatización y esta dictadura chocaron con considerables dificultades en Ucrania, donde el aparato de la dominación bolchevique se instaló sobre todo por la violencia, militarmente.

Bloque 1: Surgimiento del movimiento independiente revolucionario

Luego de la revolución de febrero de 1917, paralelamente al gobierno provisorio de Kérensky en la gran Rusia, se había instalado en el poder, en Ucrania, Petliura, declarando la República Democrática Ucraniana esencialmente burguesa.

Un movimiento autónomo de masas, sobre todo campesinas, al margen de todo poder político, se anunciaba ya bajo la República Democrática de Petliura. Se había hecho ostensible en los primeros días de la revolución de febrero, como movimiento espontáneo que procuraba derribar el sistema económico de esclavitud y crear un sistema nuevo basado en la comunidad de los medios de trabajo y en el principio de la explotación de la tierra por los trabajadores mismos. Con tales miras, los obreros expulsaban de las fábricas a los propietarios y encomendaban la gestión de la producción a sus organismos de clase, se apoderaban de las tierras de los terratenientes cuyo usufructo reservaban para los labradores mismos, esbozando un nuevo tipo de economía agraria. Este movimiento se expandió y generalizó con extrema lentitud, más bien en forma espontánea y desordenada.

Al principio el movimiento se limitó a ignorar el nuevo poder y a realizar actos espontáneos por los cuales los campesinos se apoderaban de las tierras y de los bienes agrarios.

Desde los primeros días de la Revolución de febrero de 1917, la burguesía liberal ucraniana, temerosa de los excesos de la Revolución moscovita, con el fin de evitarlos en su región, planteó el problema de la independencia nacional de Ucrania. Derribado el zarismo, podían soñar en ella con esperanza de éxito, ya que los partidos políticos de izquierda habían proclamado altamente “el derecho de los pueblos a disponer de sí mismos con toda libertad”.

Sostenida por algunos estratos de la población ucraniana, especialmente por intelectuales liberales y campesinos ricos (Kulakí), esta burguesía creó un vasto movimiento nacional, autonomista y separatista. Como ya mencionamos, el movimiento revolucionario de los trabajadores, por el momento se limitaba a ignorar el nuevo gobierno burgués ya que se encontraba demasiado ocupado, organizándose y expropiando tierras y talleres a la burguesía con el fin de socializarlos.

El nuevo gobierno burgués, con Simión Petliura a la cabeza, se encargó de exaltar el nacionalismo ucraniano con el fin de fomentar el espíritu independentista en la población para desviar la atención deteniendo el ánimo revolucionario y así mantener intactos los privilegios de la burguesía. De esta forma en noviembre de 1917 el nuevo gobierno declara solemnemente la independencia de la república, acontecimiento que comportó un golpe terrible para el bolchevismo que acababa de apropiarse del poder en la gran Rusia y, naturalmente, quería extenderlo a Ucrania a despecho del “derecho de los pueblos a disponer de sí mismos con toda libertad”.

Los bolcheviques se apresuraron, pues, a mandar sus tropas para Ucrania, iniciando una encarnizada lucha con las tropas de Petliura, en torno a Kiev, capital de Ucrania, de la que se apoderaron el 25 de enero de 1918, instalando su gobierno y comenzando a extender su poder sobre toda Ucrania, cosa que lograron muy parcialmente ya que el gobierno de Petliura, los personajes políticos del movimiento separatista y sus tropas se retiraron hacia el oeste, donde se fortificaron y lanzaron su protesta contra la ocupación de Ucrania por los bolcheviques.

La influencia bolchevique tampoco llegó al sur ya que allí, los campesinos habían creado grupos locales clandestinos y compañías de guerrilleros espontáneamente que, de la misma forma que se habían alzado contra la burguesía y el gobierno de Petliura, lo hacían también contra cualquier intento de dominación, dictadura o gobierno.

Así, el movimiento revolucionario de los trabajadores en pro de la independencia social, iniciado desde los primeros días de la Revolución de Febrero, no se debilitó cualquiera fuese el poder establecido en Ucrania. No se extinguió tampoco bajo el bolchevismo que, después del golpe de estado de octubre de 1917, se dedicó a imponer su sistema estatista autocrático.

Lo que había de particular en ese movimiento era el deseo de alcanzar en la revolución los fines verdaderos de las clases laboriosas, la voluntad de conquistar la independencia completa del trabajo y, en fin, la desconfianza a los grupos no laboriosos de la sociedad.

A pesar de todos los sofismas del Partido comunista, tendientes a demostrar que él era el cerebro de la clase obrera y su poder; todo obrero y campesino que había conservado la conciencia de clase se daba cuenta de que realmente el partido comunista desviaba a los trabajadores de su propia obra revolucionaria, de que el hecho mismo de la organización estatista era la usurpación de sus derechos a la independencia y a la libre disposición de sí mismos.

Recordemos que el golpe de estado bolchevique de octubre de 1917 al gobierno provisorio de Kérensky contó con cierto apoyo popular debido a tres razones fundamentales: Primero, a que era el único partido político que quedaba; Segundo, al descontento popular con las medidas tomadas por el gobierno burgués de Kérensky; y por último, porque los bolcheviques proponían las medidas que la masa obrera venía exigiendo desde la revolución de febrero, como por ej.: la socialización de los medios de producción, todo el poder para los soviets, y la paz con el imperio austroalemán.

A partir de la toma de poder por parte de los bolcheviques, el gobierno centralizó los medios de producción y quitó toda participación política a los soviets y demás organizaciones obreras; pero no todo sonaba a traición, de las medidas propuestas se abocaron a cumplir con la concertación de paz con el imperio austroalemán, firmando el Tratado de Brest-Litovsk, en el cual los bolcheviques entregaban Ucrania al imperio.

Es probable que los bolcheviques hubiesen podido, en poco tiempo, sofocar el movimiento autonomista, pero los acontecimientos inmediatos lo impidieron. En marzo de 1918, debieron retirarse hacia la gran Rusia para dejar lugar conforme a las cláusulas del Tratado de Brest-Litovsk, al ejército de ocupación alemán. Si bien, apenas se retiraron los bolcheviques, los partidarios de Petliura reocuparon Kiev y proclamaron la Nueva República Nacional Ucraniana, al ocupar el territorio los austroalemanes prefirieron tratar con los señores y propietarios de Ucrania y no con el régimen de Petliura, que eliminaron militarmente sin contemplaciones, reemplazándolo por la autoridad absolutista de su dócil criatura, el hetman Skoropádsky.

Los austroalemanes entraron a Ucrania como amos, no se limitaron a la acción militar, sino que se inmiscuyeron en la vida económica y política del país, su objetivo era apropiarse de los víveres. Para lograr esto de modo fácil y completo, reestablecieron el poder de los nobles y de los señores agrarios derrotados por el pueblo. Con respecto a las tropas austroalemanas que ocupaban Ucrania, eran sistemáticamente engañadas por sus oficiales con respecto a la Revolución rusa, presentándoles la situación en Ucrania como una orgía de fuerzas ciegas y salvajes que destruían el orden del país y aterrorizaban a la honesta población.

El saqueo económico de Ucrania por los austroalemanes, con el consentimiento y la ayuda del gobierno de Skoropádsky, fue colosal y horrible, cuando los campesinos resistían a los saqueos y trataban de no dejarse arrebatar el fruto de su trabajo, las represalias, la horca y el fusilamiento entraban en acción.

Además de la violencia de los invasores, la ocupación de Ucrania fue acompañada por una reacción feroz por parte de los propietarios agrarios. El régimen del hetman fue el aniquilamiento de todas las conquistas revolucionarias de los campesinos y de los obreros, una vuelta completa al pasado. Es natural que este nuevo ambiente haya acelerado la marcha del movimiento revolucionario de los trabajadores esbozado antes bajo Petliura y los bolcheviques.


Bloque 2: Organización del Movimiento revolucionario de los trabajadores y conformación del ejército makhnoísta.


Con la ocupación austroalemana en todas partes, principalmente en las aldeas, comenzaron los actos insurreccionales contra los señores agrarios y los austroalemanes. Fue entonces que cobró impulso el vasto movimiento revolucionario de los campesinos de Ucrania, que ya venía actuando contra el autoritarismo y la imposición tanto de Petliura como de los bolcheviques, este movimiento más tarde será designado como “Insurrección Revolucionaria”.

El campesinado se levantó en todas partes contra los invasores y los señores agrarios expulsándolos y apoderándose de sus tierras y sus bienes. Los campesinos de las aldeas sublevadas fueron ahorcados y fusilados en masa; todo su haber, incendiado. Pero la represión no los hizo retroceder, perseverando en su revuelta, se organizaron en compañías de guerrilleros y recurrieron a la guerra de emboscadas. Surgieron, casi simultáneamente, en diferentes lugares, multitud de destacamentos de guerrilleros que sorprendían a los señores agrarios, sus guardias y sus representantes en el poder, atacando a todos los enemigos de los campesinos.

Estos actos guerrilleros eran siempre dirigidos por ellos mismos sin contar ni necesitar del socorro o la dirección de una organización política cualquiera. Su rasgo fundamental fue no solamente haber nacido en lo más profundo de las masas campesinas, sino también la conciencia general que los campesinos demostraban, siendo ellos mismos guías y animadores del movimiento, sin caer bajo la influencia de los partidos o los elementos nacionalistas.

Si bien los grupos rebeldes habían comenzado a asociarse, sólo lo habían logrado localmente o por regiones, pero al hacerse las insurrecciones más frecuentes y las represiones más generalizadas devino la urgente necesidad de organizarse en forma unificada, no solamente con un fin defensivo, sino también, y sobre todo, en vista a una destrucción general y completa de la contrarrevolución agraria. En esta obra de unificación y en el desenvolvimiento general de la insurrección en el sur de Ucrania, le correspondió el papel más importante al destacamento de guerrilleros makhnoístas, llamado así por ser guiado por Ñestor Makhno.

A pesar de que la historiografía oficialista bolchevique ha pasado por alto o sólo ha tratado en pocas líneas difamatorias, tachándolo de bandido, asesino, bribón, etc., Ñestor Makhno fue un personaje fundamental en la defensa del campesinado y en la organización y unificación de las compañías de guerrilleros de la insurrección revolucionaria.

Makhno había nacido en 1889 en el sur de Ucrania, hijo de campesinos pobres, muere su padre cuando era muy niño, motivo por el cual comienza a trabajar como pastor de vacas y ovejas para los patrones agrarios y los kulakí alemanes. A los quince años ya profesaba un fuerte odio hacia los patrones explotadores y soñaba en la manera en que podría ajustarles las cuentas un día por sí y por los demás, de tener fuerzas para ello. Tuvo una participación muy activa en la Revolución de 1905, con dieciséis años, en pleno entusiasmo revolucionario y dispuesto a todo en la lucha por la liberación de los trabajadores entró resueltamente en las filas de los anarquistas comunistas. En 1908, cayó en poder de las autoridades zaristas que lo condenan a la horca por asociación anarquista y participación en actos terroristas, su pena es conmutada por la de trabajos forzados a perpetuidad. En la prisión central de Moscú aprovechó para instruirse, la prisión fue prácticamente su única escuela.

En la Revolución de febrero de 1917 es liberado junto con todos los presos políticos y vuelve inmediatamente a su pueblo donde las masas campesinas le manifiestan una profunda alegría e inmediatamente se aboca a la labor revolucionaria.

De vuelta en Guliay-Polie, su pueblo natal, comenzó organizando a los campesinos, fundó la Unión profesional de los obreros agrícolas y organizó una comuna libre y un soviet local de los campesinos. Trabajando activamente como propagandista y sobretodo como militante práctico, asoció a los trabajadores revolucionariamente para que se defiendan de los actos flagrantes de engaño, de injusticia y de opresión de que eran víctimas.

Durante esta época Makhno se convirtió, en su región, en el alma del movimiento de los campesinos que tomaban las tierras y los bienes de los agrarios, se hizo así de enemigos mortales entre los señores agrarios, los kulakí y los grupos burgueses locales.

En el momento de ocupación de Ucrania por los austroalemanes creó batallones de campesinos y obreros para emprender la lucha contra los invasores y contra el poder. La burguesía le puso precio a su cabeza y las autoridades militares ucranianas y alemanas quemaron la casa de su madre y fusilaron a su hermano Emelian, inválido de guerra.

En cada aldea los campesinos crearon grupos locales clandestinos, que se coligaban a Makhno, lo sostenían en todas sus empresas y seguían sus consejos y disposiciones.

Así hablaba Makhno a las grandes masas campesinas:

¡Vencer o morir! Éste es el dilema del momento histórico para los campesinos y obreros de Ucrania. Mas nosotros no podemos morir todos porque somos innumerables. ¡Nosotros somos la humanidad por eso triunfaremos! Y no venceremos para repetir el error de los pasados años: el de remitir nuestra suerte a nuevos amos. Venceremos para tomar nuestros destinos en nuestras propias manos y disponer de nuestra vida conforme a nuestra voluntad y verdad”

Así fue que se conformó una enorme compañía rápidamente organizada. Había en todas las aldeas elementos maravillosamente combativos y dispuestos a obrar, sólo faltaba un buen organizador y éste fue Makhno.

En dos o tres semanas, este destacamento era ya objeto de terror, no sólo para la burguesía local, sino también para las autoridades austroalemanas. La rapidez de los movimientos era la particularidad de la táctica de Makhno, gracias a ella y a la extensión de la región, aparecía siempre de improviso en el lugar en que menos se le esperaba. La población campesina toda, a pesar de los despiadados castigos por su actitud a favor de los insurrectos, prestaba su concurso eficaz y hábil a la gente de Makhno, que tenía la certeza de encontrar refugio seguro, víveres, caballos y hasta armas. En lo concerniente a las tropas austroalemanas y magiares, los guerrilleros se mantenían en la regla de acción siguiente: matar a los oficiales y dar libertad a los soldados prisioneros, a los que se les proponía volver a sus países para relatar lo que hacían los campesinos ucranianos y trabajar por la Revolución social, se les proveía de literatura anarquista y algunas veces de dinero, no se ejecutaba más que a los soldados reconocidos culpables de actos de violencia hacia los campesinos.

La extendida e indomable insurrección campesina hizo retroceder a la contrarrevolución, a las fuerzas de ocupación y a la policía del hetman. La terminación de la guerra y los trastornos políticos que la siguieron, en Alemania y Austria, le dieron el golpe de gracia, y a fines de 1918 las tropas austroalemanas abandonaron el país y el hetman y los propietarios agrarios desaparecieron para no volver.

Desde ese momento tres fuerzas enfrentadas quedaron: la Petliúrovshchina, intentando instaurar una república democrática burguesa independiente; el bolchevismo, que al ver a Ucrania libre de los invasores a quienes ellos los habían entregado intenta someterla a su dictadura y al poder central de su partido: Lenin; y la makhnovchina, luchando por la revolución social en contra de los explotadores, tiranos y cualquier verticalismo político, y en pro de la libertad de los campesinos y su derecho a organizar sus propias vidas en comunidad.

En diciembre de 1918, Skoropádsky huyó y el directorio de Petliura entró solemnemente en Kiev, exaltando el nacionalismo y extendiendo su poder sobre la mayor parte de Ucrania, excepto en el sur, región afectada por el movimiento makhnoísta, donde chocó con una seria resistencia. La dominación de la burguesía autonomista parecía asegurada, pero apenas instalado el nuevo poder los millones de obreros y campesinos que se encontraban bajo la influencia de los petliuristas se desilusionaron bien pronto y abandonaron sus filas ya que buscaban otra base y otro apoyo para sus intereses y aspiraciones revolucionarias. Al mismo tiempo, los bolcheviques se aproximaban rápidamente desde el norte, decididos a apoderarse de Ucrania. Justamente al mes de la entrada del Directorio de Petliura en Kiev, las tropas bolcheviques entraron en la capital y desde entonces establecieron su poder en la mayor parte de Ucrania.

El movimiento campesino independiente, se vio obligado bien pronto a erguirse no sólo contra la burguesía petliurista, sino también contra la impostura bolchevique. De esta forma, la situación era más compleja que nunca, cada una de las tres fuerzas (petliuristas, bolcheviques y makhnoístas) debía luchar contra las otras dos, situación que se complica aún más a causa de la aparición de un cuarto elemento: en el verano de 1919 comienza la acción de los generales rusos nacionalistas y monárquicos tendientes a reconstruir el imperio ruso en su totalidad territorial y su base absolutista. A este ambiente caótico se le agrega que Ucrania se convierte en este tiempo, a raíz de la guerra, en campo libre para atropellos de bandas armadas compuestas de elementos desviados que vivían del bandolerismo, bandas que luego, la historiografía oficialista bolchevique, en su habitual actitud difamatoria, se esforzará en identificar con el movimiento independiente de los campesinos y con Makhno en persona.

Los insurgentes makhnoístas habían permanecido en guerra desde su organización, primero contra la petliúrovshchina burguesa; luego, contra las fuerzas de ocupación austroalemanas; por ello adolecían de graves defectos propios y producto de la necesidad de un ejército en el seno del movimiento, ya que un ejército, cualquiera sea, acaba siempre por carecer de una nefasta mentalidad específica. Pero la labor fundamental del movimiento makhnoísta no era en absoluto militar. En el sur de Ucrania se había establecido una región libre de todo poder, una coordinación libre, federativa y de una influencia ideológica sana y muy elevada que llegó a englobar a más de siete millones de habitantes.

Así pues, una basta extensión de varios millares de Km2, estuvo libre de toda autoridad y de toda tropa, en la que los campesinos eran verdaderamente libres. Desde diciembre de 1918 a junio siguiente, los campesinos de las regiones liberadas vivieron sin poder político alguno, no sólo fueron mantenidos sanamente los vínculos sociales entre ellos, sino que también crearon formas nuevas de organización social: comunas y soviets de trabajadores libres. Según, decían, los mismos trabajadores libres: “los soviets deben ser absolutamente independientes de todo partido político, formar parte de un sistema económico general basado en la igualdad social, sus miembros deben ser trabajadores auténticos, servir a los intereses de las masas laboriosas y obedecer únicamente a su voluntad... sus animadores no han de ejercer nunca ningún poder”.

En la extensión de la región libre se crearon numerosas comunas libertarias, basadas en una real ayuda mutua, material y moral, y en el principio igualitario. Tales principios sanos y serios eran consecuencia de haber surgido en el ambiente laborioso mismo y desarrollado libre y naturalmente.

Los campesinos recurrieron a la realización de congresos periódicos de campesinos, obreros y guerrilleros, para estrechar vínculos, orientarse de manera segura en el complicado ambiente del momento y determinar con claridad las tareas económicas, sociales y de otra índole requeridas.

El ejército makhnoísta tenía cerca de veinte mil combatientes, incorporados voluntariamente, sin obligara a nadie a participar, en una organización militar igualitaria en la que se tenía presente la situación personal de cada voluntario, a fin de que las cargas fuesen repartidas y soportadas por la población con la mayor equidad y justicia.

En junio de 1919 la contrarrevolución, con Deñikin a la cabeza, lanza una ofensiva general desde el sudeste para intentar restablecer el poder monárquico, a su vez desde el norte descendía el ejército del estado comunista.

A pesar de la enorme carencia de armas y municiones, la resistencia de los revolucionarios a la embestida deñikista fue tenaz y efectiva, con los bolcheviques el primer contacto fue amistoso, el ejército rojo propuso a los makhnoístas unírseles, cosa que los revolucionarios descartaron de plano ya que advertían que la llegada del poder comunista constituía una amenaza para la libertad de la región, en su lugar propusieron un acuerdo de apoyo mutuo contra las fuerzas monarquistas en el que el ejército insurreccional conservaba intacta su organización interna y no se subordinaría al supremo comando rojo. No se trataba pues de una incorporación orgánica al ejército rojo, sino únicamente un pacto de estrecha cooperación.

Una vez repelida la primera embestida deñikista comienzan las primeras actitudes hostiles de los bolcheviques hacia los obreros de las regiones liberadas, intentando someter a las organizaciones obreras al poder de sus representantes gubernamentales, lo que produjo choques sangrientos entre la población y las autoridades.

No habiendo funcionado la primera estrategia de dominación, los bolcheviques emprendieron entonces una lucha organizada y metódica contra la makhnóvchina como idea y como movimiento social, como de costumbre la prensa fue la primera en entrar en campaña, el oficialismo marxista comenzó a criticar al movimiento libertario, tachándolo de movimiento de campesinos ricos o kulakí y de contrarrevolucionarias sus ideas y consignas. La región liberada fue bloqueada y la cheká comienza a arrestar a algunos militantes revolucionarios. El comandante bolchevique Dybenko declara fuera de la ley al Congreso libremente creado tiempo atrás por los mismos campesinos.

La campaña de prensa contra la makhnóvchina redobló su intensidad e imputó al movimiento makhnoísta las peores ignominias y los crímenes más abominables, se excitó sistemáticamente a las tropas rojas, a la juventud comunista y a la población rusa en general contra los anarco-bandidos y los kulakí amotinados. El mismo Trotsky pronunció su famosa sentencia afirmando que era preciso acabar, ante todo, con la makhnóvchina, o en sus palabras: “Vale más ceder toda Ucrania a Deñikin que permitir la expansión del movimiento makhnoísta”.

A fines de mayo de 1919, Deñikin inició su nueva campaña, cuya amplitud y vigor sorprendieron no sólo a los bolcheviques sino a los makhnoístas. Los bolcheviques, luego de un intento fallido de asesinato al mismo Makhno, iniciaron un bloqueo tratando de dejar a los makhnoístas encerrados y sin suministros para que fueran aplastados por Deñikin. Así fue que a comienzos de junio de 1919, la región libre y toda Ucrania fue amenazada de dos lados a la vez: al sudeste, por la fulminante ofensiva de Deñikin; y al norte, por la actitud hostil de los bolcheviques, que no sólo dejarían a aquel aplastar a los makhnoístas sino que aun le facilitarían la tarea. Mientras las tropas de los insurgentes iban a la muerte para resistir el asalto furioso de los cosacos de Deñikin, Trotsky ordenó el ataque desde el norte golpeando la espalda de los makhnoístas, ejecutando a los militantes, y destruyendo a las comunas libres y otras organizaciones locales.

El poder central bolchevique no podía soportar que a dos pasos de su estado subsistiese una región independiente ni reprimir su cólera y odio al oír el lenguaje franco de una población que vivía libremente y que hablaba de las autoridades comunistas sin temor ni respeto, sino como simples funcionarios de estado.

Los makhnoístas insistían: “¿Existe una ley por la cual un revolucionario tendría derecho a aplicar las penas más rigurosas a la masa revolucionaria de que se dice defensor, por el simple hecho de que ella ha conquistado, sin esperar su permiso, los bienes por él prometido: la libertad y la igualdad?”.

El mismo artículo 2 de la orden 1824 de Trotsky responde claramente a esta pregunta: “Toda la población campesina y obrera es desde ya declarada culpable de alta traición si osa participar de su propio Congreso Libre”.

A pesar del fulminante avance de Deñikin y el bloqueo bolchevique, el ejército makhnoísta repele el ataque más allá de la grave carencia de suministros y municiones. Al notar la furia y la potencia del ataque contrarrevolucionario de Deñikin, los bolcheviques abandonan la lucha en Ucrania, la actitud de las tropas invasoras y de los antiguos propietarios que habían vuelto con ellas fue al extremo insolente y brutal, apenas instalados se dedicaron a restaurar el régimen absolutista y feudal.*********************

Los campesinos de las aldeas ocupadas por los zaristas huían y buscaban a Makhno, a quien consideraban, muy naturalmente, como el hombre capaz de reanudar la lucha contra los nuevos opresores. Al notar la cobardía y traición del poder central comunista, algunos regimientos rojos hicieron causa común con los makhnoístas y pasaron a engrosar provechosamente las filas del ejército insurreccional, casi todos los regimientos rojos que quedaban en Crimea se insurreccionaron, destituyendo a sus jefes y se incorporaron a las tropas de Makhno.

Terminado el reagrupamiento, el ejército makhnoísta lanzó una vigorosa ofensiva contra las tropas monarquistas, la lucha fue de lo más encarnizada, pero debido a un pacto entre Deñikin y Petliura, numerosos escuadrones contrarrevolucionarios habían comenzado a entrar por el oeste, zona ocupada por los petliuristas.

Las bandas de Makhno están cercadas. Están completamente desmoralizadas, desorganizadas, hambreadas y sin municiones. Ordeno atacarlas y aniquilarlas en un plazo de tres días.”. Así rezaba la orden lanzada por el general Slashchov, comandante en jefe deñikista en Ucrania, pasado más tarde al servicio de los bolcheviques.

Las tropas makhnoístas, hasta entonces obligadas a marchar hacia el oeste, mediante una excepcional estrategia cambian bruscamente de dirección dirigiéndose contra el grueso del ejército deñikista que es vencido y velozmente se encaminan hasta el corazón mismo del poder militar monarquista. En el otoño de 1919, la contrarrevolución de Deñikin es derrotada totalmente por el ejército insurreccional makhnoísta.

Enterados de la retirada de las tropas de Deñikin, los bolcheviques sorprendidos, se precipitan tras los despojos del ejército zarista vencido, y lo atacan cerca de Orel, batalla que luego será presentada por la historiografía oficial marxista como desencadenante, habiendo sido de una importancia enteramente secundaria ya que los blancos se hallaban en definitiva retirada. Fueron los makhnoístas quienes soportaron todo el peso de este ejército, y fueron los bolcheviques quienes recogieron los laureles de una victoria que ellos no habían obtenido.

A pesar de encontrarse permanentemente en guerra, el ejército makhnoísta, entre batalla y batalla, llevaba adelante una enorme labor constructiva. Al entrar vencedores en cualquier ciudad, para evitar el malentendido que se les tomara por un nuevo poder, por un nuevo partido político, de inmediato fijaban en las paredes grandes carteles que decían:

A los trabajadores de la ciudad y los alrededores... Vuestra ciudad está ocupada, momentáneamente, por el ejército insurreccional revolucionario.

Este ejército no está al servicio de ningún partido político, de ningún poder, de ninguna dictadura. Por el contrario, el trata de liberar la región de todo poder político, de toda dictadura, para proteger la libertad de acción, la vida libre de los trabajadores contra toda explotación y dominación.

El ejército makhnoísta no representa ninguna autoridad. No los constreñirá a obligación alguna, limitándose a defender la libertad de los trabajadores. Libertad de obreros y de campesinos que sólo a ellos pertenece, sin restricción alguna. Ellos mismos han de obrar, organizarse y entenderse entre sí en todos los dominios de su vida, como la conciban o como la quieran.

Sepan, desde ya, que el ejército makhnoísta no les impondrá ni les dictará ni les ordenará nada, no hará más que ayudarlos dándoles su opinión y consejo y poniendo a su disposición todas sus fuerzas intelectuales, militares o de cualquier otra índole que necesiten, pues no pueden ni quieren en ningún caso gobernarlos ni prescribirles nada.”.

Hechas las aclaraciones pertinentes, procedían a colaborar con los obreros y campesinos que quisiesen organizarse y que solicitaran su consejo.

En todas las zonas liberadas, a diferencia del resto de Rusia, la libertad de palabra, de prensa, de reunión y de asociación eran proclamadas al punto para todos y para todo. Mientras las regiones permanecían libres, los trabajadores de las poblaciones ocupadas por los makhnoístas, pudieron decir y hacer, por primera vez, cuanto quisieron y como quisieron. La única restricción que los makhnoístas juzgaron necesario imponer a los estatistas, fue la prohibición de restituir Comités revolucionarios jacobinos, tendientes a imponer una dictadura.

Se proponía a los trabajadores organizar ellos mismos la vida en la región liberada, es decir, reconstituir sus organizaciones destruidas por la reacción; reponer en marcha, en lo posible, fábricas y talleres; organizarse en cooperativas de productores; concertarse sin demora con los campesinos de los alrededores para establecer relaciones regulares y directas entre los respectivos organismos para el intercambio de productos, etc.

Al retirarse las tropas deñikistas, vuelven a Ucrania los bolcheviques. Al principio, el encuentro fue amistoso, pero sólo en apariencia, las sospechas por parte de los makhnoístas hacia el poder comunista ya estaban de sobra justificadas. No tardó en estallar la tempestad cuando el comandante del ejército insurreccional, Makhno, recibe la orden del ejército rojo de dirigirse con su ejército insurreccional al frente polaco. El ejército rojo carecía de facultades para dar órdenes al ejército insurreccional, que había soportado solo, todo el peso de la lucha contra la reacción en Ucrania. Enviar el ejército insurreccional al frente polaco significaba limpiamente cortar el nervio principal del movimiento revolucionario en la región, justamente lo que los bolcheviques procuraban para ser amos absolutos también en ella.

En tal sentido, los makhnoístas se rehúsan a ejecutar dicha orden, razón por la cual son declarados fuera de la ley por los bolcheviques. Con esta excusa, el ejército rojo inicia un ataque con perfidia y salvajismo inauditos, atacando aldeas y poblaciones con escasas fuerzas makhnoístas o enteramente desguarnecidas; donde se instalaban, desencadenaban la guerra, pero no contra el ejército insurreccional sino contra la población campesina en general. Los arrestos y ejecuciones en masa eran comunes, la represión deñikista fue superada en extensión y horror, por los bolcheviques. Según cálculos moderados, en esa época más de 200.000 campesinos y obreros fueron fusilados o gravemente mutilados por los bolcheviques en Ucrania.

Naturalmente los makhnoístas no podían dejar de reaccionar contra tan monstruosa deformación de la revolución. Pero cuando los makhnoístas, a raíz de una batalla o por acción de sorpresa hacían numerosos prisioneros rojos, desarmaban a los soldados y los ponían en libertad, aún sabiendo que se les obligaría a volver a la línea de fuego; los que deseaban unirse a los makhnoístas eran recibidos fraternalmente. No se puede menos que admirar los sentimientos, la espontánea disciplina y el honor revolucionario de que dieron prueba los makhnoístas con respecto a los soldados del ejército rojo, pues consideraban que sólo los jefes de este y la aristocracia del partido comunista eran los únicos y verdaderos responsables de todos los males y horrores con que el poder bolchevique abrumaba al país.

Durante todo el año de 1920 y más tarde, las autoridades bolcheviques, pretextando combatir el bandolerismo, mantuvieron la lucha contra los makhnoístas: sus familias, padres, esposas, hijos eran torturados o muertos; sus bienes y hogares, confiscados o devastados.

El ex oficial zarista, barón Wrangel, encabezó el movimiento blanco en lugar de Deñikin, reagrupó y organizó los restos de las tropas deñikistas y desde la primavera de 1920, comenzó los ataques. Más fino y astuto que Deñikin se hizo prontamente peligroso, por lo que los makhnoístas decidieron combatirlo de inmediato.

Cada vez, en pleno combate, el ejército insurreccional se veía obligado a abandonar la línea de fuego y a retirarse debido a que las tropas rojas los tomaban de flanco. Al par, las autoridades bolcheviques no cesaban de calumniar a los makhnoístas, agregando a las acostumbradas acusaciones de defensores de kurakí y bandidos, la falsa especie de alianza entre Makhno y Wrangel, pero, a pesar de las calumnias de los bolcheviques, los makhnoístas no podían permanecer indiferentes ante el avance cada vez más amenazante de Wrangel.

Si bien los bolcheviques les impedían obrar, y su dictadura era tan nefasta y hostil a la libertad de los trabajadores como la de Wrangel, el ejército insurreccional consideró que, ante la revolución, Wrangel representaba el peligro número uno y que se debería intentar un entendimiento con los bolcheviques.

Luego de un par de intentos fallidos por parte de los makhnoístas de intentar un acuerdo con los bolcheviques, es el ejército rojo quien termina proponiendo un acuerdo para una acción combinada contra Wrangel. El acuerdo es firmado en diciembre de 1920.

Firmado el pacto los bolcheviques se vieron en la obligación de declarar que jamás Makhno había estado en relación con Wrangel; vergonzosas fueron las afirmaciones difundidas al respecto por el poder comunista.

Tres semanas más tarde del inicio de la participación del ejército makhnoísta, las tropas de Wrangel debieron replegarse hacia Crimea para al fin retirarse hacia el extranjero.

Aunque los acontecimientos del orden militar impidieron nuevamente toda actividad creadora de las masas laboriosas en la región insurgente, hubo algunas excepciones: en las zonas libres, se encararon organizaciones de soviets libres locales de los trabajadores para cimentar los fundamentos de la vida nueva, económica y social de la región, en base a los principios de la libertad y la igualdad, exenta de toda autoridad política. Además, se activó la obra de instrucción escolar y de educación pública. En cuanto las circunstancias lo permitieron, los makhnoístas y toda la población se contrajeron a la tarea de reanudar la obra educativa.

Todo el impulso creador de las masas fue brutalmente deshecho por un fulminante y traicionero ataque bolchevique desatado sobre toda Ucrania, una semana después de que el ejército makhnoísta venciera a las tropas de Wrangel. Tropas del ejército rojo, faltando al tratado firmado con los makhnoístas, destrozan a las tropas insurgentes que estaban en Crimea, y comienzan simultáneamente en el interior de Ucrania las persecuciones políticas, los fusilamientos de anarquistas y los saqueos de las instituciones libertarias.

Acto seguido, se publica la orden N° 00149, en el que el poder comunista intimaba a Makhno a que: “A causa de la cesación de las hostilidades con Wrangel y de su completa derrota, el consejo revolucionario militar del frente sur estima que la misión de ejércitos de guerrilleros ha terminado. Ordena pues, al consejo revolucionario militar del ejército insurreccional, que se ponga de inmediato en acción para transformar los destacamentos tradicionales de guerrilleros en unidades militares regulares del ejército rojo”.

El ataque contra los makhnoístas fue acompañado de arrestos en masas de anarquistas en toda Ucrania, las persecuciones contra los anarquistas asumieron proporciones hasta entonces desconocidas. Los militares makhnoístas emboscados y arrestados fueron fusilados de inmediato, el recientemente victorioso ejército insurreccional de Crimea fue traicionado y aniquilado por los bolcheviques, sus supuestos aliados.

A pesar de la encarnizada defensa de las zonas liberadas, de la autonomía política, de la autoadministración de su producción, y de la libertad de sus integrantes, el movimiento makhnoísta se veía obligado a retroceder constantemente frente a un ejército rojo casi seis veces mayor numéricamente que éste.

Así terminó, a fines de 1921, la historia de una Ucrania casi cuatro años libre de partidos, autoridades o sistemas de opresión.

Con sus numerosas divisiones, sin hesitar ante las más terribles medidas de represión y de violencia, el gobierno bolchevique logró aplastar rápidamente o dispersar a los últimos destacamentos makhnoístas, errantes por la región, igualmente acabó con la resistencia de otras numerosas formaciones campesinas, de muy variada naturaleza, en estado de espontánea revuelta contra los nuevos señores.

La makhnovchina, al igual que otros movimientos francamente revolucionarios dentro de Rusia, fueron traicionados y exterminados por el nuevo poder político. Este es otro ejemplo que nos muestra que es imposible avanzar en una revolución social conservando las viejas estructuras burguesas de dominación como lo son el estado, el poder político, el centralismo económico y las fuerzas ciegas militares.

El nuevo amo, el partido comunista, con sus líderes Lenin y Trotsky, no hicieron más que detener la revolución social, instaurando su dictadura y su centralismo autoritario, a despecho de la libertad e igualdad misma de los trabajadores.


Guión: Sebastián Lombardo

Colaboración: Carina Jardel




Bibliografía recomendada para el estudio de los sucesos de Ucrania 1917-1921:


Volin. La revolución desconocida.

Guérin, Daniel. El anarquismo

Makhno, Néstor. La plataforma makhnovista

Makhno, Néstor. La revolución rusa en ucrania 1918-1921

Arshínov, Piotr. Historia del movimiento makhnoísta


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